Icono del sitio Mi Vida Con Propósito

CÓMO NUESTROS PENSAMIENTOS Y EMOCIONES MOLDEAN NUESTRA ENERGÍA Y CONEXIONES

 En esta oportunidad me gustaría conversar acerca de nuestro campo vibracional, ese campo donde vamos moldeando con nuestros pensamientos y sobre todo, con nuestras emociones, emitiendo y atrayendo ondas esa fuerza “invisible” que influye en cada aspecto de nuestra realidad.

Desde el murmullo de los átomos hasta el latido de los corazones, todo en el universo está en constante vibración.

Pero ¿qué ocurre cuando llevamos esta noción al reino de la mente y las emociones humanas? Aquí es donde la historia se vuelve aún más fascinante.

Nuestros pensamientos y emociones, esos hilos sutiles que entrelazamos a lo largo del día, no son meras respuestas internas a nuestro entorno.

Son también los arquitectos de nuestra vibración personal, la energía que irradiamos y transmitimos al mundo que nos rodea.

Como seres vibrantes en un cosmos vibrante, estamos entrelazados en una danza constante de resonancia.

Imagina por un momento que tu mente es un diapasón y tus emociones son los dedos que lo tocan. Cada pensamiento, cada sentimiento, provoca una vibración específica que se convierte en tu frecuencia personal. 

                 

Si has tenido un día lleno de ansiedad y preocupación, esas emociones han generado una frecuencia particular en tu campo de energía. Del mismo modo, momentos de alegría y gratitud emanan una vibración diferente.

Como resultado, estamos en constante comunicación con el mundo a través de nuestra energía sutil, incluso si no somos conscientes de ello.

Estas vibraciones no se quedan confinadas a nuestras esferas individuales. Se expanden como ondas concéntricas en un estanque, tocando las vidas de aquellos que nos rodean.

En ocasiones, hemos sentido la influencia de alguien simplemente por estar cerca de ellos, incluso sin intercambiar palabras. Estoy segura de que lo debes haber sentido en algunas oportunidades.

Esto es el efecto de las vibraciones. Es la razón por la cual, en presencia de alguien sereno y tranquilo, a menudo nos sentimos igualmente calmados.

Sin embargo, la historia no termina aquí. Las vibraciones no solo son pasivas, sino que también son magnéticas. Como un imán, atraemos lo que resuena con nuestras frecuencias.

Si mantenemos una vibración positiva, tendemos a atraer situaciones y personas igualmente positivas. Por otro lado, si nos sumergimos en la negatividad, nuestra experiencia tiende a reflejarlo. Este fenómeno, conocido como la Ley de la Atracción, se basa en el principio de que lo similar atrae a lo similar.

Entonces, ¿cómo podemos ser maestros conscientes de nuestra vibración? La autoconciencia es el primer paso. Observar nuestros pensamientos y emociones nos permite detectar patrones y cambiar nuestra narrativa interna.

La práctica de la meditación y la atención plena también puede ayudarnos a sintonizar nuestra energía. Cultivar emociones como el amor, la gratitud y la compasión eleva nuestra frecuencia, creando un campo de energía que no solo beneficia nuestra salud y bienestar, sino que también enriquece las conexiones con quienes nos rodean.

Reconocer que nuestras vibraciones son moldeadas por nuestros pensamientos y emociones nos brinda un poder significativo sobre nuestra realidad. Somos como músicos que pueden afinar sus instrumentos para crear una sinfonía armoniosa en lugar de un caos discordante.

Con cada pensamiento positivo, con cada emoción elevada, estamos escribiendo la partitura de una vida vibrante y enriquecedora.

Así que te invito a que la próxima vez que te encuentres sumido en pensamientos y emociones, recuerda que estás tocando las cuerdas invisibles de tu vibración. Como guardianes de nuestra energía, tenemos la capacidad de generar un flujo que no solo enriquezca nuestras vidas, sino que también aporte belleza y armonía al mundo que compartimos.

Xiomara Albertos S.

Salir de la versión móvil