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METÁFORA: «EL BOSQUE Y EL ÁRBOL CAÍDO»

METÁFORA: “EL BOSQUE Y EL ÁRBOL CAÍDO”

Había una vez un frondoso bosque donde todos los árboles crecían altos y fuertes. Sin embargo, había uno en particular que había sido golpeado por una tormenta y se había caído al suelo.Bosque Dibujo Vectores, Ilustraciones y Gráficos - 123RF

Este árbol, aunque caído, seguía vivo, pero su vida ya no era la misma. Lo rodeaban malas hierbas que crecían a su alrededor y se aprovechaban de su depresión, sofocándolo poco a poco.

Con el tiempo, este árbol caído empezó a sentir que no tenía fuerza para levantarse. Se sumergió más y más en la tierra, creyendo que su destino era quedarse allí, atrapado y rodeado de esas malas hierbas.

«Olvidó lo que era ser un árbol fuerte y erguido»

Pero un día, el viento, suave y cálido, empezó a susurrarle. El viento no lo juzgaba ni lo forzaba a cambiar de inmediato, simplemente le habló:


—“Tú todavía tienes raíces. Aunque estés caído, aún estás conectado a la tierra, al agua y a la vida. Las malas hierbas que te rodean no son más fuertes que tus raíces. Puedes levantarte, no de un salto, pero poco a poco, con paciencia y tiempo”

El árbol, al principio, dudó. ¿Cómo podría levantarse si había pasado tanto tiempo tumbado? ¿Y si no tenía fuerzas?

Pero decidió intentarlo. Sus raíces, profundas y aún vivas, comenzaron a buscar agua con más determinación.

Día tras día, se esforzaba por crecer hacia la luz. Las malas hierbas intentaban detener su avance, pero las raíces del árbol eran más sabias y fuertes.

Lenta pero segura, la tierra comenzó a empujar al árbol hacia arriba. No fue un proceso rápido, pero cada día se acercaba más a la luz del sol.

El árbol, que un día había creído que su vida sólo podía existir en el suelo, comenzó a enderezarse.

Sus ramas, aunque débiles al principio, comenzaron a buscar el cielo de nuevo.

Ya no permitía que las malas hierbas lo dominaran, porque entendió que su fuerza no venía de lo que lo rodeaba, sino de lo profundo de su ser, de sus raíces.

Y así, con el tiempo, el árbol volvió a erguirse. Ya no era el mismo árbol de antes, no. Había aprendido de su caída, había crecido de una manera diferente, pero igual de poderosa. Era más fuerte, más resistente y sabio que nunca.

 

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Reflexión

  Como el árbol caído, a veces sentimos que nuestras vidas están dominadas por fuerzas externas, como la adicción a sustancias que nos hacen daño, a los juegos, a la pereza, a los amigos que nos usan solo cuando lo necesitan o a relaciones que nos sumergen en conflictos permanentes, adicción a sentir que la vida es lucha y sufrimiento.

En esos momentos sentimos que hemos perdido nuestro propósito, que estamos atrapados en el suelo.

Pero, al igual que ese árbol, todavía tenemos raíces. Esas raíces son nuestras fortalezas, nuestros valores y nuestra capacidad de reprogramar nuestras creencias limitantes con el fin de «ERGUIRNOS ANTE LA VIDA».

Aun cuando parece que las malas hierbas de la vida están sofocando nuestra luz, siempre podemos volver a conectarnos con nuestras raíces, poco a poco, un día a la vez.

La transformación no sucede de un día para otro, pero con paciencia, con la conexión con uno mismo/misma y con la voluntad de buscar el «agua» que necesitamos, podemos liberarnos de las malas hierbas que nos atrapan y volver a crecer hacia la luz, más fuertes y sabios.

Xiomara Albertos Suárez

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