HABLEMOS DEL NIÑO INTERIOR HERIDO/HERIDA

En el artículo de esta semana, abordaré el tema de las heridas del niño interior.

La Programación Neurolingüística (PNL) identifica cinco tipos de heridas, y presentaré una metáfora diseñada para facilitar la sanación del niño interior que todos llevamos dentro, ansioso por ser reconocido.

Esta semana comenzaremos con la Herida de Abandono.

Puede que te encuentres repitiendo relaciones tóxicas, teniendo dificultades para establecer límites saludables o luchando con una baja autoestima y la confianza en ti mismo/misma.

Al sanar al niño interior, es un buen comienzo para reconocer y liberarte de estos patrones limitantes y desarrollar una mayor autoconciencia y autenticidad.

Entre las principales cinco heridas del niño/niña interior se encuentra la “Herida de Abandono”, que no significa que te hayan dejado en la puerta de una Iglesia cuando naciste, es que creciste sintiendo que no te prestaban atención por las razones que sean como que los padres trabajaban y pasaban mucho tiempo fuera de casa, quizás porque eran muchos hermanos o que mamá estaba en conflicto con papá, en fin cada historia puede influir en esta percepción.

En ese momento el niño/ niña no comprende porque su mamá o papá no les presta la atención que necesita y no se siente amado o amada.

Para esta herida de abandono les traigo una Metáfora que pueden grabarla o que alguien más les lea para que el inconsciente empiece con el trabajo de liberar esta emoción.

METÁFORA PARA LA HERIDA DE ABANDONO

En lo más profundo del bosque, un árbol especial crecía entre sombras, con su esencia envuelta en una semilla cargada de pensamientos brillantes y esperanzadores.

Sin embargo, este árbol no recibió el cuidado y la atención que merecía al brotar. Las raíces, símbolo de emociones, no pudieron arraigarse profundamente debido a la falta de apoyo y cariño de aquellos seres que debieron nutrirlo con amor y comprensión.

Las raíces del árbol se extendían tímidamente, incapaces de explorar en profundidad el suelo fértil y lleno de vida que los rodeaba.

Su tronco, reflejo de estrategias mentales, se desarrolló retorcido y frágil por la ausencia de guía y enseñanzas que lo ayudaran a crecer erguido y fuerte.

Las ramas, manifestación de las conductas, apenas se extendían, mostrando un comportamiento temeroso y limitado.

Los frutos que intentaba producir eran pocos y desnutridos, reflejando la carencia de cuidado y atención en sus primeros días.

• Este árbol, a pesar de su potencial latente, vivía envuelto en una sensación de abandono y soledad. Sus heridas abiertas, marcadas por la falta de aprecio y cuidado, le impedían alcanzar su verdadero esplendor.

En un giro mágico del destino, un ser de luz, una criatura mística que irradiaba comprensión y amor, cruzó el camino de este árbol desolado.

Percibiendo su dolor, el ser de luz se acercó con ternura y compasión, reconociendo las heridas aún abiertas en lo más profundo de su ser.

Este ser de luz, con su sabiduría proveniente de la esencia de la naturaleza, comenzó a hablarle al árbol, reconociendo y validando su dolor por el abandono sufrido.

Le enseñó sobre la importancia de reconocer las heridas para sanarlas, como los árboles al perder sus hojas en otoño para renacer en primavera.

El árbol, al recibir estas palabras de aliento y comprensión, empezó a abrirse a la sanación.

Aprendió a abrazar su dolor y a nutrir sus raíces con las lágrimas de sus heridas, transformando su sufrimiento en un proceso de crecimiento y fortaleza.

Con el amor y la guía del ser de luz, el árbol comenzó a reconstruirse. Sus raíces, antes débiles, empezaron a explorar el suelo en busca de nutrientes y amor, profundizando sus conexiones con la tierra.

Su tronco se enderezó lentamente, reflejando estrategias mentales más claras y sólidas.

Las ramas se extendieron con gracia, manifestando conductas llenas de compasión y fortaleza.

Y así, el árbol comenzó a dar frutos exuberantes y llenos de vida, reflejando los resultados de su proceso de sanación y transformación.

Se convirtió en un símbolo de resiliencia y luz, irradiando amor y comprensión hacia todo lo que lo rodeaba.

El árbol, gracias a su sanación y crecimiento interior, se convirtió en el ser de luz que siempre estuvo destinado a ser.

Reconoció que las heridas del pasado no definían su futuro y que el amor propio y la aceptación eran las herramientas para convertirse en su versión más hermosa y radiante desde el principio de su existencia.

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Vamos!!!  Te invito a abrazar a ese niño herido/herida que está dentro de ti esperando ser visto, esperando la “aprobación” de mamá o papá, esperando que lo quieran, para liberar por fin ese dolor que permanece al acecho, escondido, intentando sabotear tu vida… tus relaciones…

Xiomara Albertos