Cuando se nos presenta en la vida, una situación que nos desborda, tendemos a quebrarnos y caer muchas veces en sufrimiento emocional.
Nadie pasa impune ante un evento así, no una sino varias veces en el transcurso de la vida.
Una crisis económica, un despido laboral, un divorcio, una traición de un amigo, una infidelidad, en fin tantas y tantas veces somos sometidos a un dolor que al momento parece superarnos.
Y entonces, nos preguntamos: ¿Por qué me duele tanto? ¿Cuál es el objetivo de venir a este mundo para sufrir? ¿Para qué me sirve el sufrimiento?
Estas experiencias tienen la capacidad de quebrar la dura capa del ego y de esta manera nos obliga a la entrega para forzar al despertar del SER.
En un minuto, como está sucediendo ahora mismo con la pandemia que enfrentamos, la vida como la conocemos puede volverse añicos y todo pierde sentido.
Los pensamientos nos conducen a escenarios terribles, sin embargo, llega un momento que nos vemos forzados a una aceptación completa de lo inaceptable.
Pero antes de llegar a esta aceptación, es muy frecuente sentir una necesidad muy fuerte de escapar, en lugar de entregarse y transformarse.
Existen muchos escapes como la ira, la bebida, las drogas, el trabajo, pero la favorita es la que busca culpables y usa el dolor para crear una identidad de víctima.
Al sentir compasión de sí mismo y contarles a los demás tu dolorosa historia, te mantendrá tumbado en el sofá del “Pobre de mí” y atascado en el sufrimiento.
Querer de verdad apartarse del sufrimiento no es tarea fácil, la única posibilidad de cambio es entrar en él; de lo contrario nada cambiará.
Así que observa con toda tu atención lo que sientes y trata de no darle un nombre, ni de calificarlo o desclasificarlo mentalmente.
Reconoce el único momento que vives “el presente” con todo tu Ser, con cada célula de tu cuerpo.
Que el único momento que tienes es este, El Poder del Ahora.
Al convertirte en tu propio “observador” comienzas a atraer luz a esta oscuridad, a este dolor que ha sido inevitable, la consciencia empieza hacerse cargo con una mirada de aceptación y de entrega, porque estás presente y la presencia suprime el tiempo. Sin tiempo, ningún sufrimiento ni negatividad puede sobrevivir.
Supongo que te sonará ilógico lo que estoy exponiendo, sin embargo, si lograras vivir en un estado de aceptación, no crearías más negatividad, más sufrimiento, más infelicidad.
No te resistas al dolor, permítele estar ahí. Entrégate a la pena, la desesperación o el miedo, la soledad o cualquier forma que el sufrimiento tome.
Abraza ese dolor y entonces, y solo entonces, verás cómo el milagro de la entrega transmuta el sufrimiento profundo en Paz Profunda.
La aceptación y por consiguiente la entrega, es la simple, pero profunda sabiduría de ceder, más que oponerse al fluir de la vida.
El único momento que puedes experimentar es el Aquí y el Ahora, siendo el único lugar donde el fluir de la vida ES.
La entrega no transforma el acontecimiento que causa dolor, pero sí, te transforma a tí.
Cuando esta transformación sucede en tu mundo interior, todo tu mundo exterior también se transforma porque el mundo es sólo un reflejo.
Sólo mediante esa aceptación es posible la transformación.
Tiene mucho sentido para mi todo lo que que explica y reflexiona el texto y más aún en este tiempo que estamos pasando. Muchas gracias por este regalo de reflexión.
Hola Marcela!!! gracias por tu reflexión que es la idea de los artículos. Son tiempos de estar conscientes y ser observadores de nosotros para que? para fluir y no estancar nuestra energía vital. Al reconocer nuestra vulnerabilidad como seres de luz con experiencia humana, sabemos que podemos lastimar y que nos lastimen, nadie pasa impune. Al salir de cualquiera de los roles tanto de victima o victimario, nos hacemos responsables y por supuesto a ser mejores y mas conscientes cada dia!!! Quedo a tu orden en los cursos de Reiki que por supuesto ayuda apropiadamente en estos procesos, dando una perspectiva mas amable. Gracias por tu comentario y por estar ahí!!!
Ma. Xiomara Albertos